Monday, March 12, 2012

LA PATA SOBRE EL HUEVO, AGOSTO 2011

La cocina solitaria. Una hornilla vacía.
Extraño el ruido. ¿Por qué extraño? Es extraño porque es como el ruido de una rotura que, en su vacío adquiriera, aunque espectral y lejana, una voz propia.
Y no es sólo esto, sino que, también, los objetos de la cocina parecen estar al borde de desprender un ruido demasiado nuevo (digo de un borde porque, todavía en este momento, no se ha desprendido nada).
¿Entonces? Entonces es una cocina que se hubiese quedado sola.
Ruidos, sonidos, atmósferas, que tiene que ser que se mantengan latentes, ya que del todo no han acabado de aparecer (Y es, entonces, que lo material se llena de fantasmas. Pero ¿qué fantasmas -si es que hay fantasmas-pudieran estar en esta cocina? Pues no se trata de los fantasmas habituales, sino que se trata de fantasmas de la materia (?). O sea que se trata de aquello que, uno, el soñador, por más que haga, no lo acaba de oir (¿y esto quien lo entiende).
Entonces, al despertar, me digo que pudiera ser un ruido que no conduce a nada, o sea que procede de un ruido que no procede de ningún lugar (pero, de nuevo, ¿quien entiende esto?)

En el salto a otro sueño, pasado no sé qué tiempo, alguien se puso a hablar mal del difunto poeta Cintio Vitier. ¿Alguien? No lo oí bien.
Hay demasiado calor en este mes de agosto. Llueve demasiado, llueve hasta bajo el sueño, en este mes de agosto.

Lorenzo García Vega

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