Sunday, April 29, 2012

LA PATA SOBRE EL HUEVO-SEPTIEMBRE 2011



Septiembre 29
No logro dormir, debido a la artritis. Entonces, al tomar unas pastillas, me duermo. Pero sin alcanzar la paz. O sea, durmiendo, pero sin que esté durmiendo (?). Es el miedo.

La casa se ha llenado de miedo. La casa se ha vuelto hexagonal. Tiene otro, distinto, comedor. Yo apago la luz, debido al miedo (es como si temiera que atravesaran una puerta de cristales). De pronto, se oyen gritos espantosos. Gritos de terror. Un auto está pasando. Un auto lleno de gritos espantosos.

Alguien -no sé si dentro, o si fuera, del auto- es el responsable de los gritos.
Mantengo la luz apagada. Hasta que (no lo sé bien), comprendo que pueda estar soñando.
Me despierto. Enciendo la luz. Siento el alivio de no estar en el comedor donde creía estar. Siento el alivio de haberme despertado, después de estar metido dentro de una pesadilla.
Ya no siento miedo. Pero me siento batuqueado, como si me hubiese escapado de...
El miedo del aire acondicionado. Lo voy a quitar. Voy a quitar el aire acondicionado, pues él puede ser el residuo del miedo que he sentido. ¡El residuo!

¿Uno puede haber caído dentro de la materia? ¿Era eso lo que sentían los gnósticos?
Y ahora -son las 4 de la mañana-, pienso en los jesuitas, en el miedo que pude sentir cuando hacía los ejercicios espirituales. ¿Sentí verdaderamente miedo, o es que estoy haciendo literatura?

¿Estoy metido en el mismo destino aquel...? ¿Qué fui cuando estaba con los jesuitas? ¿Por qué ahora, todavía medio dormido, pienso en eso.
Tengo 84 años, me digo. Esto es como el memento moris.

Lorenzo García Vega

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