Tuesday, February 28, 2012

LA PATA SOBRE EL HUEVO, AGOSTO


Un grupo de delincuentes pretenden entrar en mi casa. Ellos dicen que forman parte de una orquesta. Logro que se vayan, aunque queda uno de ellos: alto, y como de lana (?), quien por estar negado a irse, se pone a cantar en la puerta de mi casa. Pero, por fin, al llegar una perseguidora, alguien lo derrumba, dándole un golpe en la cabeza.
Son las 3 de la mañana. Al acostarme, para evitar el miedo, intenté una meditación Zen, pero todo terminó en esto que estoy contando.
Mi casa no era mi casa, sino una amplia mansión del Vedado, el barrio de La Habana. Y los delincuentes, aunque amenazantes, parecían también como flojones, como si estuvieran hechos de algodón.
-Después, una sensación me transmite el conocimiento de una gran boda de la alta sociedad, Una boda que no terminará nunca (?). Se casa una gran figura intelectual, con una muchacha que, aunque procedente de la aristocracia habanera, está divorciada. / El novio, vestido de blanco, al cruzar una calle de La Habana se cubre con cal (brilla la cal, sobre sus rodillas). Pero el fiestongo sigue, el Sueño dice que el esplendor sigue. / Y uno, el soñador, olvida que la boda está asociada con la muerte (esta boda, o esta muerte, no se acabará nunca). /La novia es rubia, como el personaje de la telenovela que actualmente estoy viendo (también era rubia mi Anima, la muchacha del Instituto). / Y hay un momento en que, quizás, aparece aquel Salón de los Pasos Perdidos. El Salón que hay, o hubo, en el Capitolio Nacional (¿se decía así, Capitolio Nacional?)  

Lorenzo García Vega

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