Sunday, April 29, 2012

LA PATA SOBRE EL HUEVO-SEPTIEMBRE 2011


Septiembre 30

Oscuro, la angustia. La siesta. La artritis. Entonces se confunde Europa con Roma. ¿Roma compuesta por Re, y Europa compuesta por Pa? Entonces me despierto.

Apareció, después de una lamentable noche artrítica, en el Sueño esta frase: "En Venecia soñó con animales. Sí, esto fue en Venecia. Soñó con el lugar donde no se suele soñar con animales".
Despertó. Y me asaltó, al despertar, una extraña poesía. Una extraña poesía, pese a sentirme jodido y artrítico.
O sea, es como si entreviera la vida que pude haber vivido, pero que nunca pude haber vivido.
Pero ¿por qué ahora? ¿Por qué, en este momento, me sobreviene esto?

¿Qué sentido puede tener una vida frustrada?

Marta, ahora, en este sueño, o en este despertar.
Un vacío. ¿Quiénes somos? ¿Quiénes hemos sido? Pero ¿qué es lo que uno puede preguntarse?

O quizás, en la vida, algunos no podemos vivir. Algunos no podemos vivir. Aunque, eso sí, llegamos a ver algunas películas (¿llegamos a ver algunas películas? ¿qué es lo que, con esto, quiere decir el Sueño?)

No pudimos vivir.

Son las cinco de la mañana.

¡Qué raro!

Raro. ¿Cómo, después de la artritis, he podido soñar cosas tan últimas como las que acabo de soñar?

Alguien dijo una vez -¿Guiraldes?- "Tengo miedo de mirar mi dolor, no vaya a ser que me quede demasiado grande".  
 Ahora, escribir y soñar se me están cofundiendo. Es raro. Es raro esto, ahora.
Son las 5 de la mañana.

Lorenzo García Vega

LA PATA SOBRE EL HUEVO-SEPTIEMBRE 2011



Septiembre 29
No logro dormir, debido a la artritis. Entonces, al tomar unas pastillas, me duermo. Pero sin alcanzar la paz. O sea, durmiendo, pero sin que esté durmiendo (?). Es el miedo.

La casa se ha llenado de miedo. La casa se ha vuelto hexagonal. Tiene otro, distinto, comedor. Yo apago la luz, debido al miedo (es como si temiera que atravesaran una puerta de cristales). De pronto, se oyen gritos espantosos. Gritos de terror. Un auto está pasando. Un auto lleno de gritos espantosos.

Alguien -no sé si dentro, o si fuera, del auto- es el responsable de los gritos.
Mantengo la luz apagada. Hasta que (no lo sé bien), comprendo que pueda estar soñando.
Me despierto. Enciendo la luz. Siento el alivio de no estar en el comedor donde creía estar. Siento el alivio de haberme despertado, después de estar metido dentro de una pesadilla.
Ya no siento miedo. Pero me siento batuqueado, como si me hubiese escapado de...
El miedo del aire acondicionado. Lo voy a quitar. Voy a quitar el aire acondicionado, pues él puede ser el residuo del miedo que he sentido. ¡El residuo!

¿Uno puede haber caído dentro de la materia? ¿Era eso lo que sentían los gnósticos?
Y ahora -son las 4 de la mañana-, pienso en los jesuitas, en el miedo que pude sentir cuando hacía los ejercicios espirituales. ¿Sentí verdaderamente miedo, o es que estoy haciendo literatura?

¿Estoy metido en el mismo destino aquel...? ¿Qué fui cuando estaba con los jesuitas? ¿Por qué ahora, todavía medio dormido, pienso en eso.
Tengo 84 años, me digo. Esto es como el memento moris.

Lorenzo García Vega

LA PATA SOBRE EL HUEVO-SEPTIEMBRE 2011

Septiembre 28

Por la artritis, sin dormir toda la noche. Tengo que tomar pastillas. Entonces las colas.
Colas interminables por la ciudad. Colas para conseguir los empleos que se ofrecen a los ancianos. Ancianos abogados, ancianos jubilados. Colas.

Le ofrezco, a una vieja, un pedazo de dulce. Ella me lo arrebata de las manos, y no me da ni las gracias.
Hay que ir a lugares. No hay esperanza de llegar a encontrar nada. Demasiados viejos inútiles, en busca de una plaza que parece ilusoria.

Recorrido por La Habana, o recorrido por una ciudad europea. Esto fue cuando pude llegar a dormir un poco. Ofrecían los escasos -escasos o, más bien inexistentes- puestos a viejos profesionales - sobre todo a ex-abogados--
Son multitudes de viejos solicitantes
Se va de allá para acá. Se va por distintos lugares de la ciudad.

La vieja, a quien le ofrecí un pedazo de dulce, era una gorda.

Suena la prisa de la espera.

El horrible fondo de lo que debió de ser mi juventud -pero yo nunca fui joven, cuando yo estudiaba en la Escuela de Derecho.
Vida vacía. vida sin karma. ¿Pudiera creer en Gurdieff?

Lorenzo García Vega

LA PATA SOBRE EL HUEVO- SEPTIEMBRE 2011


Septiembre 26


Mario Parajón, de nuevo. En dos ocasiones, la alegría que me sobrevino con su amistad.

Admiré la alegría de Marío, su abertura ante la vida. Todo lo que, ni por asomo, pude tener yo. Pues es que yo, en algún momento, debería de haber tocado en la puerta de un sanatorio de enfermos mentales, para pedir que me aceptaran.

Regina, Regina. También en el sueño, junto con Mario -aunque Mario no la conoció- aparece aquella muchacha que conocí en mi adolescencia. Regina significó todo mi deseo por integrarme a una vida erótica, que mi enfermedad imposibilitó.
Mario, Regina, ya están muertos. ¿Por qué, si ellos no se conocieron, en el Sueño se juntan ahora?

(Y pensar que nunca tuve el suicidio como posibilidad.¡Ni el suicidio lo tuve como posibilidad! ¡Qué raro!).

Despierto, son las dos de la mañana.

Paradojas. En estos días, días en que voy escribiendo este penúltimo viaje, sigo sintiéndome con todos los horrores, miedos que me acompañaron durante toda mi vida.
Y, sin embargo hoy, al despertarme a las 4 de la mañana, me dije -pero, sin que sintiera, por supuesto, ninguna
 alegría- esto: ¡Gracias!
¿Gracias? Me he pasado toda la vida en el miedo, en la imposibilidad, en la frustración total y, sin embargo, en este momento me digo: ¡Gracias! Pero, lo extraño, es como si supiera por qué lo digo ¿ Será esto como aquella experiencia que señaló Jung: la experiencia -aunque, en este caso, onírica- que toca al Arquetipo.
¡Gracias!

Por la mañana, antes de despertar. Visión plástica de un techo, semejante a un jeroglífico. Esos números, escasos, pero seguramente llenos de una significación. Habría que grabar ese texto. Ese Texto se compone con las ruedas... ¿Qué ruedas? La máquina, para siempre. Y hay, detrás de todo, un beberaje inmemorial. Volvamos a una cañada, a un pequeño pedazo de la infancia. Esto se mueve, pero quedando allí. En el mismo lugar donde el ojo tiene una pequeña iluminación . Una iluminación de flecha.  Inmóvil a veces, pero colisionando graciosamente. Creo que son unos Alpes minúsculos, para jugar con la electricidad.
(Abrir una cajita para ser, dentro de ella, el juego). 

Lorenzo García Vega

Saturday, April 7, 2012

LA PATA SOBRE EL HUEVO, SEPTIEMBRE

Septiembre 25

Montado en la artritis, continúo. Aunque, hasta ahora, no me está doliendo demasiado. Son las 3 de la mañana.

Trasladado al proceso de Luis XVI y María Antonieta. En el horror de la revolución francesa. Horror, y espanto, aunque no lo puedo precisar. Pero lo que sí sé es que está lo blanco que mete miedo, lo blanco con sangre sucia.
Me despierto, entonces, como si no sintiera nada, pero hay un horror objetivado Un horror que, creo, está dentro de mí mismo.

¿Cómo el sueño le puede meter el diente a la revolución francesa?

¿ Podrá alcanzar, un viejo de 84 años, ese horror objetivo conque el infierno de la revolución francesa (?) marcó el inconsciente de todos? ¿Pero qué me está diciendo decir el sueño? ¿A lo mejor, hablar mierda, es lo que está obligando el sueño?

Pero, sea como sea, lo que estoy diciendo es lo que me dicta el Sueño. ¿Por qué sueño lo que estoy soñando? Hoy, por la mañana, la hermana de Marta tuvo un accidente de auto que no terminó en tragedia. Pero, por lo que ella contó, todo fue como un despliegue del horror.

Es curiosos, a las tres de la mañana, el sueño me contó los horrores de la revolución francesa.

¿Por qué? ¿Por qué pienso que en el inconsciente, nuestras vidas pueden brincar de un horror a otro horror? Y, sin más ni más, después de pensar en esto, me pregunto si, cuando llegue la muerte, no habrá, dentro de nosotros, un gran pedazo de sucia -sucia y rota- tela blanca.

¿Es lo único que hay? ¿Lo único que hay es lo blanco? Pero ¿por qué estoy delirando?

Lorenzo García Vega

LA PATA SOBRE EL HUEVO, SEPTIEMBRE

Septiembre 24

No sé si habré soñado el Sueño, o si es que creo haberlo soñado. Piezas onírica, más o menos inteligente, con todos los detalles. Pero...Quería pasar el sueño a mi libreta de apuntes, pero a la vez no quería pasarlo, y esto era la razón, o sea el no contar con mi ayuda, por la cual el sueño parecía que se me escapaba.

Yo estaba disfrazado de crítico literario. ¿Cómo? Yo era un crítico pedante, malcriado, agresivo. Decía, cada dos segundos, una agudeza que servía para herir a los demás. Y, los demás, eran unos snobs que no sólo se escandalizaban, sino que, debido a su snobismo, simulaban que se escandalizaban.

Era una sala de conferencias. Una sala llena de gente pesadísima, y culta. Pero, al final, decidí irme. Pero el encargado de sacarme de ese lugar, Carlos Victoria, no aparecía.

¿Cómo podía estar soñando un sueño tan ridículo? Un sueño snob donde ensayaba todas las poses snobs que pudieran servir para atacar a los pobres diablos del mundo cultural. Y en el sueño me admiraban y me temían. ¡Qué horror! ¿Es que el Sueño pretendía, con este sueño, humillarme?

Después fue una cafetería de mala muerte, o sea, la cafetería del mundo cultural cubano. Yo no quería que un gran periodista cubano de la década del 50, el periodista Gastón Baquero, me fuera a pagar la comida. Yo tenía mi dinerito. El dinerito con el que podía pagarme mi comida. Así que, en el sueño, yo estaba haciendo todo lo posible por evitar que el periodista me pagara la comida. Era, verdaderamente, un sueño angustioso y humillante.
Tuve, no hay duda, una buena noche.
Y, además, toda la noches me las estoy pasando despertándome. Despertándome, debido a una artritis espantosa.

Lorenzo García Vega 

LA PATA SOBRE EL HUEVO, SEPTIEMBRE

Septiembre 22

Cuaderno pequeño, dividido por líneas horizontales.
Sobre una línea horizontal, o sobre líneas horizontales, pudiera estar creciendo el trigo.

Ha crecido la artritis. Sobre mi cuerpo ha crecido. Me despierta, continuamente.

O sea, para mejor decirlo: escaso, pobre trigo sobre lo horizontal de unas líneas. Y esto dibujándose-apagándose, según la intensidad de mi artritis.

O...De otra forma también pudiera decirlo. O sea, que dentro de un cuadradito, en mi cuerpo nacen líneas; líneas que contienen escasas líneas de trigo; y esto desapareciendo, a los pocos instantes.

¡El trigo escaso, sobre mi cuerpo cuadriculado!Aunque no sé por qué, pienso en Swenderborg.

Pero otra vez Mario Parajón. ¿Cuántas veces he soñado con el difunto Mario Parajón?
Somos jóvenes en Madrid, en una residencia de estudiantes. Mario vestido de negro. Algo le confieso, algo que me ha sucedido.
Pero quizás, como Mario está muerto, lo que le estoy diciendo ya se entiende mejor.

¡Meando! ¡No puedo más!
Despierto a las tres de la mañana. ¡No puedo más!
Esto es el Infierno. Sí, esto es el Infierno
Vayan a coger por culo.

Me despierta, a las seis de la mañana, el frío del aire acondicionado. Un manchón de la tele-novela. que vi a las 10 de la noche, en el televisor. Todo un episodio violento. ¿Cómo comprobar? ¿Comprobar qué?

Pero hay una salida. Matorrales, aunque no sé por donde está la salida. No recuerdo lo que me está pasando. Nadie me mira. Estoy en el Norte. ¿En qué Norte? Autos. Camino. Me caeré. Por fin, regreso (?). Ahora sí que tomo el bus. No sé cómo entrar en el bus. El chofer es igual que un zombi. No me mira, el chofer. No sé por donde introducir el dólar del pasaje. Lo introduzco dentro de un pequeño cesto de basura. Entonces, por fin, el chofer me ayuda. Vuelvo. Estoy de vuelta. Pero no sé cuando tendré que bajarme. Ahora mismo, en el mismo momento, Enrique Saínz, Mangui (Mangui, Mariano Alemani, ya está en la casa de Alberto, el lugar donde nos reuníamos), Carlos Victoria. Ellos, todos, están muertos, a excepción de Enrique Saínz. Los amigos.

Lorenzo García Vega