Septiembre
28
Por
la artritis, sin dormir toda la noche. Tengo que tomar pastillas.
Entonces las colas.
Colas
interminables por la ciudad. Colas para conseguir los empleos que se
ofrecen a los ancianos. Ancianos abogados, ancianos jubilados. Colas.
Le
ofrezco, a una vieja, un pedazo de dulce. Ella me lo arrebata de las
manos, y no me da ni las gracias.
Hay
que ir a lugares. No hay esperanza de llegar a encontrar nada.
Demasiados viejos inútiles, en busca de una plaza que parece
ilusoria.
Recorrido
por La Habana, o recorrido por una ciudad europea. Esto fue cuando
pude llegar a dormir un poco. Ofrecían los escasos -escasos o, más
bien inexistentes- puestos a viejos profesionales - sobre todo a
ex-abogados--
Son
multitudes de viejos solicitantes
Se
va de allá para acá. Se va por distintos lugares de la ciudad.
La
vieja, a quien le ofrecí un pedazo de dulce, era una gorda.
Suena
la prisa de la espera.
El
horrible fondo de lo que debió de ser mi juventud -pero yo nunca fui
joven, cuando yo estudiaba en la Escuela de Derecho.
Vida
vacía. vida sin karma. ¿Pudiera creer en Gurdieff?
Lorenzo
García Vega
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