Tuesday, April 3, 2012

LA PATA SOBRE EL HUEVO, SEPTIEMBRE


Septiembre 17

3 menos cuarto de la noche. Personajes de esa telenovela que he visto por la noche. Pero ¿qué es lo que sé? No lo sé. Todo ha desaparecido y, sin embargo, sé que el Sueño ha metido su cucharón dentro de la telenovela. ¿De que manera? No lo sé.

¿Cómo es que camino por las ciudades del sueño? Borracho de angustia, sin disfrutar de nada. Pero, casi siempre es así. Como el que no se encuentra a gusto, por el Sueño muchas veces voy, sin saber qué hacer. Pero esto no se diferencia de la realidad de la vigilia, pues entre tantas cosas de ella, el viajar, por ejemplo, siempre ha sido para mí un ejercicio de angustia.
Siempre me he sentido débil, sujeto al miedo -me voy diciendo mientras sueño- . Me digo, mientras sueño, que por haber viajado por la vigilia como el que anda por el Infierno, lo que hace mi noche onírica es copiar la realidad de lo que ha sido mi vida cotidiana. La realidad de un enfermo.

(Esto me dice, en un e-mail, Enrique Saínz: "Veo que te sientes mal en el infierno. Vemos la realidad de otra manera, no cómo todo el mundo. Es lo que nos perturba. Muchas veces siento que no hay salida para nuestras angustias, ni para nuestra cotidianidad, hecha sobre todo por recuerdos que pueden ser malignos. Siento que mi vida es inútil y sin sentido, eso me golpea todos los días. Pienso mucho en el sinsentido de mi pasado, con mis padres tan lejos de la vida verdadera (sic). Un fuerte abrazo. Enrique Saínz).

Sí, yo, verdaderamente, he vivido en el Infierno, me digo dentro del Sueño. Me digo, dentro del Sueño, que debería asumir, en la vigilia, esa realidad. Asimilarla y expresarla. Asumir la realidad de quien siempre ha sido un enfermo.
Y vuelvo a aquel color del día en que nací. El color de la tarde, el color -¿carmelitoso?- de la puerta de la casa.
Ese color, me dice el Sueño, marcó todo mi destino. El color que tuvo la tarde, en el día que nací. Un color que fue la expresión de mi destino de enfermo.
Y ¡tiene que haber habido un silencio -¿también carmelitoso?- en aquella tarde del día en que nací.
¿Estoy delirando? Estoy delirando, dentro del Sueño. Dentro del Sueño, uno no es responsable.

Sería encontrarse con lo que uno fue. ¿Esto sería ser dionisíaco, en la angustia?
Enfrentarse de verdad, y en la vejez, con el desgarramiento de uno mismo.

El viejo López-Pedraza, el cubano junguiano, ¿sería un loco? No lo pude conocer bien - ¿tendría, él, deseo de conocerme a mí?-. Una vez me tomé una botella de vino con él y con su esposa, la también jugueana. Recuerdo su insistencia en lo que había dicho Elliot sobre los viejos: que los viejos debíamos ser exploradores.
Son las cinco de la mañana, me despierto. ¿Es, el proyecto de ser un viejo explorador, un proyecto para meterse en la locura?

Estoy, en La Habana Vieja y, a la vez, en Caracas.
Pero me he separado de todos los congresistas. Me he separado, y no sé cómo voy a regresar "al lugar donde estamos" (sic).
El paisaje consiste en callejones y callejones. ¿Fascinantes callejones de una Habana Vieja inventada?
Al salir de este sueño, me planteo este asunto: si es que pudiera expresarme, , mostrándome como el viejo loco, encerrado en el Home, que nunca ha encontrado el camino.  

Lorenzo García Vega

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